Existen tratados, poesías, canciones, libros, terapias y miles de actividades relacionadas a mejorar el amor. En cada una de ellas nos dicen que sí hacemos tal y tal cosa, la experiencia amorosa mejorará considerablemente para nosotros. Quizás mejora, pero al pasar el tiempo volvemos a caer en lo mismo. Quizás el amor sea una de las dualidades más complejas de observar y aprender. Quizás el amor es algo que día a día cambia de forma.
¿El Amor que deseo, es verdaderamente amor?
El amor que uno desea es algo más relacionado al ego que otra cosa, por lo general siempre vemos el amor como algo que depende de un ambiente o estímulo externo a nosotros, cuando primeramente comienza por el amor hacia uno. A lo largo de nuestra vida experimentaremos diversas situaciones amorosas, algunas con mayor grado amoroso que otras y algunas, definitivamente las podremos encasillar (en el tiempo) como un amor tóxico o de sufrimiento. Lo más extraño de esto, es que, en el momento de estar viviendo el “amor”, esperamos que todo ocurra “tal y cómo lo deseamos o queremos” (el cuento de Disney). Cuando algunas personas me piden que con Terapia de Respuesta Espiritual (TRE) les limpie el amor, lo primero que les pregunto es: ¿Y qué es el amor para ti? La primera respuesta nace desde el querer y deseo. Por lo general su enunciado es: “Yo quiero que me traten así y hagan esto….”. Hay personas que confunden el amor con lo seguro, concreto, material, superficialidad, forma y algunas otras que vienen desde lo mental. Todas estas versiones amorosas son finitas y pueden verse alteradas en el tiempo, de hecho, el físico es una de ellas. Por otra parte creo que el amor por ningún motivo es mental, ya que si fuese así, podríamos aprenderlo fácilmente en el colegio, tal y como uno aprende a sumar y restar. Pero extrañamente eso no pasa.
“La expresión amorosa debe ser el acto de aceptar al otro como es y no intentar cambiarlo. El amor genuino, se honra a diario en cada acto que realizamos.”
Tema complejo de redactar el amor es. Debe ser por su constante cambio (como los estados de la materia). El amor se siente, no se puede concretizar con regalos, si fuese por eso, tendríamos a diario regalos de nuestros padres, que es nuestra primera relación amorosa. Creo que el amor comienza su observación y aprendizaje (aprendizaje interno) en nuestra infancia con nuestros padres, finalmente y a lo largo del tiempo (y observando esto), repetiremos acciones de ellos en nuestras relaciones amorosas. Lo más relevante, es que sí podemos cambiar nuestra forma de relacionarnos con el amor. Además es muy bonito realizar la acción de amar a alguien libremente, con sus luces y sombras, ayudarlo y apoyarlo en su proceso constante de cambio y no volverse un ser castigador por el simple hecho de tener la confianza del otro.
¡El amor es libre! En esa frase quiero indicar que es una decisión que renovamos y honramos a diario. Aceptar nuestras relaciones amorosas tal y como son, es parte de comprender esa libertad, respetar el libre albedrío del otro y crecer juntos. El enjuiciamiento hacia el otro por hacer algunas cosas como no las esperábamos o deseábamos, sólo logrará generar aversión en nuestras relaciones amorosas, por otra parte, nos estará indicando que algo debemos trabajar o que simplemente, no podemos encontrar el amor en esa relación. Como he venido escribiendo anteriormente, hay tiempos y ritmos que influyen en nuestra forma de relacionarnos, expresarnos y hablar del amor, por lo tanto, es muy normal que encontremos distintas versiones y apegos al amor en las personas que nos rodean. Lo que sí, debemos respetarnos y respetar el tiempo propio y del otro.
¿Cómo saber si es amor?
Sólo puedo responder desde mi observación, experimentación y visión. En mi caso el amor sólo se siente y desde esa vereda te da confianza en ti y en el otro, te entrega libertad y tranquilidad. No observa la forma, sí el fondo. No reconoce de apegos, condiciones (político, social, religioso, económico, cultural) y está en constante cambio. Está afecto a discrepancias, desencuentros y aprendizajes sobre lo que realmente somos y como somos cuando nos relacionamos con el amor.
Este aspecto de nuestra vida estará siempre mutando, cambiando, transformándose. Lo podremos observar de muchas formas en uno y en el otro. Cambios de ánimo, la forma de mirar, hablar, gesticular, preocupaciones, entre otras. El amor siempre partirá por uno, si no tenemos sanados nuestros pasados procesos de observación y aprendizaje amoroso, difícilmente podremos vivir nuevas relaciones amorosas y claro, difícilmente podremos despojarnos de “fantasmas o fantasías” pasadas.
El amor es parte del sufrimiento y vice versa. Sin el uno, no existiría el otro. El amor tiene muchas formas, ritmos, tiempos, colores y etapas. Sólo debemos comprender que el amor es distinto para cada uno de nosotros y extrañamente el otro siempre estará esperando algo nuestro y claro, nosotros también. Cuando identifiquemos esto y comprendamos que el esperar algo del otro es parte de nuestro deseo y querer (algo más relacionado al ego) y, observemos esto último pudiendo soltarlo sin juicio alguno, es que estaremos comenzando a transitar por el camino del amor, todo lo demás llegará por añadidura.
Respecto al amor es lo que observo y siento. Quizás tú que estás leyendo esto sientas diferente y créeme, eso también es amor. El amor nunca tendrá una sola visión y sentir.


