Honrarse, quererse, amarse, respetarse, consentirse, valorizarse, entender tu valía. Estos son algunos de los aspectos que el Amor Propio contempla y que quizás estemos pensando “Bah! Pero cómo tan obvio!”. Pero en ese pensamiento ¿Somos capaces de ver o de tener consciencia de que estamos aplicando diariamente en nuestras vidas? Ahora para definir el amor propio, no creo exista algo preciso, puesto que será distinto para cada uno de nosotros.

Creerse el cuento, esa es la cuestión.

Pasaremos por muchos momentos de amor y sufrimiento, desde el nacimiento hasta la muerte. En todos los años que podamos estar en este plano, viviremos ciertas situaciones que nos ayudarán a “creernos el cuento”. Con esto aumentaremos nuestro empoderamiento, amor propio, valía. También podemos considerar todo lo que nos puedan aportar nuestros padres, tanto en cariño como en enseñanzas. A su vez el poder desarrollar diversas actividades, ayudará a vencer incertidumbres que versarán de los miedos que podamos tener a la exposición y vinculación con personas que no conozcamos. En sí, si somos capaces de mantener una actitud de vivir, explorar y experimentar diversos “miedos” e “incertidumbres”, sabremos que somos capaces de hacer lo que queramos y con ello, creernos el cuento.

“Que fallemos en el amor, no significa que debamos bloquearlo. Con consciencia de nuestros actos en un momento triunfaremos.”

Quizás siempre llevaremos el amor propio (o el amor en general) a momentos en pareja o familia. El amor propio parte por uno. Ser capaz de verse y reconocerse como una persona única en este plano, capaz de lograr metas y objetivos, aportará a nuestras vidas un increíble valor.

Importante es no generar limitantes egoístas al momento de vivir experiencias o situaciones de amor y sufrimiento. Estas debemos aprovecharlas a concho, puesto que en cada una encontraremos un momento de felicidad, liberación y aprendizaje, que nos preparará para un nuevo paso. Por ejemplo, ¿Cómo nos sentimos cuando logramos un título universitario, montamos por primera vez una bicicleta, ese momento de independizarnos de nuestros padres o cuando nuestros hijos nos dicen “papá, mamá, necesito un consejo”? Estos capítulos son únicos en nuestra vida y muchas veces serán irrepetibles. En este punto nos felicitamos, nuestro ánimo cambia, el día se ilumina y claro, nos provoca una sensación impresionante de bienestar. En ese momento nuestro amor propio se manifiesta, quizás más o menos consciente, pero de alguna u otra forma sabemos que lo logramos, fuimos capaces y cierta energía amorosa nos recorre. Entonces, si pudimos realizarlo una vez. ¿Por qué no podemos realizarlo 2, 3, 5, 6, 7, 9, n veces?  

Equilibrar el amor propio, es compartir con el entorno.

Si bien nuestro entorno puede hacernos pasar por diversos momentos de aversión y avidez, es posible que en ese preciso momento se ponga a prueba nuestra valía.

Por haber vivido diversos tipos de experiencias, no significa que no podamos revivirlas para “triunfar” en ellas. Creo que cada vez que revivimos un momento determinado de nuestra vida (en un entorno diferente), es porque algo no nos quedó claro la última vez. Muchas veces no dependerá de nosotros y claro, el libre albedrío estará manifestándose.

El amor propio es quizás la forma amorosa que tengo de compartir conmigo, abrazarme y quererme con mis luces y sombras, pero con el claro compromiso de mejorar día a día. Por otra parte, será el equilibrio entre mis deseos y los del entorno, sin pasar a llevar a ninguno de los dos, cuidando y respetándome el mayor tiempo posible consciente de mi valor. ¿Porqué indico el “mayor tiempo posible”? Muchas veces notaremos que nos pasamos a llevar, muchas veces recibiremos daño de nosotros mismos, como también del ambiente. Es en este punto, donde el amor propio nos indicará qué hacer y cómo resolver. Seguir en dicho acto, ver como se desarrolla, observar y definir si es más o menos perfecto para mí. Dicho esto, considerar si me detengo o continúo.

Quizás podría indicar que el amor propio también se basa en el dar y recibir (ejemplo: un profesor y su estudiante), por otra parte en el cuanto entrego o me entrego (a mí), sin considerar una recompensa o algo a cambio. Finalmente, si tenemos noción de nuestra cuantía, valía, amor y cariño, ¿Por qué debería esperar algo a cambio? Un acto de amor y de amor propio, debería ser desinteresado y podría ser entregado porque lo siento, valoro y creo que es beneficioso de vivir para mí y para el todo.

En una de esas, el escribir una acotada visión de lo que para mí es el amor propio, es un acto amoroso con el entorno. ¿Puede ser?

En algún momento volveré a escribir sobre el amor propio, pero quizás desde el empoderamiento equilibrado.

Lo que espero y deseo, es no establecer una verdad. Sí, un acercamiento que nos ayude a construir una forma de manifestar la visión amorosa de cada uno de nosotros.

Leave a Reply